Dos mujeres extraordinarias me inspiran desde hace mucho tiempo.
Imagino que todos tenemos momentos en la vida que determinan nuestra personalidad y sobre todo nuestras acciones. Hoy quiero describir dos momentos clave con mujeres que influyeron de forma determinante para ser quien soy.
Tenía 10 años cuando me llevaron a mi primer concierto en el Auditorio Nacional. Era muy bajita y sentada en la butaca me colgaban los pies, por lo que podía casi acostarme si miraba hacia arriba. Dieron la tercera llamada y todo se oscureció.
Un tambor comenzó a sonar con un ritmo lento pero impresionante y poco a poco iluminaron una zona en la parte izquierda del escenario. No recuerdo que canción era, pero si la voz de Mercedes Sosa que llenaba cada espacio de mi cabeza; me recuerdo impresionada y mirando al techo del recinto, con una sensación de felicidad que solo vuelvo a sentir con la música en vivo y sobre todo, con la simpleza de un instrumento y una voz íntegra como la de ella.
Desde ese momento Mercedes Sosa encabeza una lista de canciones que me acompañan, llenas de amor, solidaridad, conciencia social y justicia, que me convirtieron en la mujer que soy y de la que estoy muy orgullosa. Cuando me siento cansada y sin ganas de continuar, recuerdo que Mercedes dejó de cantar por años y un día simplemente alguien la tomó de la mano y caminó con ella. Entonces me levanto y sigo.
Poco después en 1984 aparece en mi vida otra mujer que definitivamente me acompaña en esencia en mucho de lo que hago, sobre todo en lo profesional. Fue a través de un evento muy doloroso que la conocí. En el periódico La Jornada, Cristina Pacheco aparece reportando las consecuencias del desastre provocado por una explosión de gas en San Juanico, México.
A través de las fotos y de las descripciones escritas de lo que encontró en el lugar del siniestro, podía sentirse el dolor de quienes habían perdido sus casas, a sus familias y/o la vida. Desde entonces, admiré y reconocí la valentía de Cristina, una mujer capaz de llegar a donde nadie mas lo hacía, para consolar a través de su compañía a quienes mas sufrían, como lo fue también en 1985 durante los terremotos que tanto afectaron al D.F.
Desde entonces y hasta la fecha, encuentro en cada una de sus entrevistas, reportajes, publicaciones, cuentos, pero sobre todo en sus narraciones, una caricia al corazón con la que aprendo todo el tiempo.
Es tanta mi admiración por ella que escucho lo que más puedo de sus programas. De las entrevistas en “Conversando con Cristina Pacheco” admiro y aprendo de su capacidad para entablar una plática interesante. De los programas en “Aquí nos tocó vivir”, obtengo lugares y personas a quienes conocer. Confieso que se convirtió en una guía gastronómica y cultural maravillosa.
De su sección “Mar de historias” en La Jornada, obtengo siempre un pequeño mundo en cada texto, donde Cristina cuenta una historia que nace de escuchar a quienes conoce en su caminar por la ciudad y donde le da voz a quienes nadie escucha.
De Cristina aprendí una gran lección y concuerdo con ella: el éxito no existe, solo el trabajo diario haciendo lo que más te gusta.
Extraordinarias estas dos grandes mujeres a las que admiro.
Fany dice
Increíble descripción de las dos mujeres maravillosas, junto a ti también me inspiran día con día.